Sunday, December 6, 2009

{LosCuellar.com.mx 235} genealogía de los conversos

Estimados señores:

Quiero contarles mis experiencias sobre la difícil cuestión de la genealogía de los conversos. En principio, parece que no debería ser tan complicada, porque fueron entre cien mil y doscientos mil los judíos que se convirtieron y se quedaron en España a lo largo del siglo XV, quizá la mitad de la comunidad, pero su traza se fue perdiendo por un proceso de pérdida de documentos y olvido deliberado u ocultamiento de tradiciones que ocurrió especialmente a lo largo de los siglos de la "limpieza de sangre".

En principio, por tanto, es una genealogía que topa con que se conservan muy pocos documentos que la acrediten. Y sin embargo, se debe intentar, como se intentan las genealogías en Irlanda, isla devastada por la quema de archivos, que obliga a sustituir por ejemplo partidas de defunción por un estudio sistemático de las lápidas sepulcrales.

Expondré el método que estoy siguiendo, y sus presupuestos metodológicos. Hay unas pocas historias en las que está acreditada la conversión, como en los Santa María descendientes de Don Pablo, no todos por consiguiente (el apellido fue incluso empleado para niños expósitos), o en los Coroneles (pero también sólo una parte) o en los descendientes de Diego Arias Dávila´, o en los de la Cavallería, o en la de Ruy Capón, como ancestro de los Pachecos nobles, en fecha tan temprana como el siglo XIII.

Puede también incluirse en esta conversión generalmente reconocida a los linajes chuetas de Mallorca, los únicos que han conservado cierta tradición de comunidad.

Otras veces, llegaron a formarse artefactos genealógicos para esconder esos orígenes, como en la familia del Marqués de Moya, o en la de los Bernuy, pero unas veces la opinión común de entonces, otras alguna nota aislada, referida por ejemplo a los sambenitos, los desmontaron de hecho o prestan total credibilidad o una alta verosimilitud al origen converso.

Alguna vez, puede hablarse de discrepancias generalizadas, pero con mayor peso de los defensores de un origen judío, como es el caso con la identidad de la Paloma, la tatarabuela del Rey Fernando el Católico.

Si se observa, este método consiste en tomar en cuenta la credibilidad de las atribuciones, yendo de más a menos. Hasta ahora, he señalado unas pocas historias, que llegan a lo personal, y que son completamente creíbles o muy verosímiles, objetivamente fundadas en una multitud de testimonios.

Pero son una exigua minoría. Contados así, puede parecer que son muchos los linajes en este caso, pero son en la práctica los que acabo de decir y pocos más, cuando estamos hablando de más de cien mil conversos.

¿Qué se puede hacer en cuanto a los descendientes de los restantes?

El estudio de algunas líneas muestra presumibles artefactos genealógicos alusivos a familias muy hidalgas, que repentinamente, en una generación, pasan del campo a la Corte, con funciones antes típicamente judías, como las de almojarife, contador, tesorero (o incluso la de embajador, que requería un nivel de educación superior al que sólía encontrarse en los cristianos viejos), y quizá enlazadas con otras líneas dedicadas a lo mismo (que corresponderían a la conocida endogamia conversa)

No se podría hablar en estos casos de certeza, pero sí de posibilidad, o incluso de probabilidad, dejando los datos a la espera de otros más seguros, y hablando, como suele hacerse, sólo de familias probablemente conversas (como lo hace por ejemplo Rafael Sánchez Saus, estudioso de la oligarquía sevillana de la Baja Edad Media)

En la actualidad, hay cada vez más investigadores, incluso en la Universidad, que están buscando ahora precisamente lo que antes o mejor dicho, hasta hace nada, se callaba, y encontrando alusiones a familias "notadas de conversas". No quiero dejar de recordar a Enrique Soria Mesa.

Si es tan difícil establecer, en un océano de olvido, la ascendencia conversa en los linajes establecidos, resulta casi imposible establecerla en quienes no pueden llegar con sus linajes hasta el siglo XVII o el XVI. Como es bien conocido, la elección de los apellidos en España fue a veces extraordinariamente aleatoria, y más, cuando de lo que se trataba era justamente de ocultar una ascendencia marginada.

Puede haber algunos indicios, sin embargo, incluso tradicionalmente transmitidos en la familia (aunque, en España, esto es infrecuente; es más común en América) Otros son más objetivos, como una tradición artesanal que se pierda en el tiempo.

El contacto con las actuales comunidades sefardíes, facilitado por internet, permite descubrir a muchas personas con apellidos comunes a los españoles. En ocasiones, esto permitiría llegar a la prueba suprema, la del ADN-Y, que hoy empieza a obviar la falta de otras documentales.

Nos encontramos por tanto ante un terreno que empieza a explorarse y cuyo interés humano es muy grande.

Kim Pérez F.-Fígares
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