Abuelos y nietos: enseñar o malcriar
«Le consientes todo», «Tu padre le deja  hacer lo que le da la gana»... Estas frases suelen tener como  protagonistas a los abuelos y abuelas. Los pediatras y expertos avisan:  los mayores han de cuidarse mucho de que sus nietos los quieran más a  ellos que a los padres. 
  
Si usted es abuelo, puede poner en práctica el «test de la  mirada indiscreta». Cuando llame al timbre y lo reciba su nieto, existen  dos posibilidades: que el pequeño le mire a los ojos o que le mire  directamente sus manos. Si ocurre lo segundo, es que está acostumbrado a  que le traiga algún regalito. Y, por tanto, esto es lo primero que el  niño espera. Se trata de una de las enseñanzas que el doctor Paulino  Castells, especialista en Psiquiatría, Pediatría y Neurología, imparte  en su libro «Queridos abuelos» (Ediciones Ceac). Y es que, ¿qué padre no  ha pronunciado alguna vez la célebre frase: «Lo estás malcriando»? Lo  cierto es que es un aspecto que hay que cuidar. «No se puede comprar el  cariño de los niños. Los abuelos que se limitan a dar regalitos y se  mantienen distantes no serán queridos por sus nietos. Los que  interactúan, juegan y hablan con ellos se los ganarán», resume el doctor  Castells. 
 
 Si un día los abuelos iniciaran una huelga de brazos caídos, se  colapsaría el planeta. Ésta es la importancia que, según el doctor, han  adquirido los mayores en la sociedad. Y más en tiempos de crisis, en los  que la solidaridad intergeneracional ha revelado que son más  imprescindibles que nunca, con unos padres desbordados por sus  obligaciones. ¿Cómo son los abuelos de hoy? «Son tremendamente jóvenes,  vitalistas. No aceptan el designio de la jubilación para estar parados,  sino que quieren hacer más cosas», afirma Castells. Y cuando «se pone a  un niño en sus manos y se les dice "aquí tienes a tu nieto" es para  ellos la mayor de las energías». 
 Es decir, tanto ellos como los nietos se benefician en una suerte de  simbiosis: los mayores «se rejuvenecen al estar más activos», mientras  que los pequeños adquieren unos valores que sólo la sabiduría puede  transmitir. En su compañía, los niños asimilan que no se precisa en la  vida rapidez y competitividad, aprenden a escuchar mejor y se benefician  de las enseñanzas de la «memoria histórica familiar». «Les encanta  cuando su abuelo les dice eso de que "a tu edad, tu padre era más  travieso que tú"», dice Castells. 
 
 Pero cuidado con intercambiar los roles. «Los abuelos no tienen por qué  suplantar a los padres si no hay motivos. Su función ha de ser  complementaria a la de los padres», comenta el doctor 
 La Asociación Edad Dorada-Mensajeros de la Paz elaboró en 2008 una  encuesta a miles de nietos. Un 81% reconoció que les gusta «estar con  sus abuelos», y el 72,73% afirmó que les gusta «vivir» con ellos. ¿Las  razones? La más elegida, porque en un 29% de los casos les «dan  caprichos», seguida de cerca por «hago cosas con ellos» (21,75%) y  «porque me cuidan» (21%). «Existe un vínculo emocional muy alto entre  los niños y sus abuelos», afirma Javier García, director de la ONG Edad  Dorada-Mensajeros de la Paz. Y advierte: «Muchos niños pasan más tiempo  con ellos que con sus padres. Y ese tiempo es de ocio. Los abuelos  juegan con ventaja, pero deben ser cautos para que el niño no le quiera a  él más que a su padre. Como, por ejemplo, no darle de comer siempre lo  que quiera». Y aunque la abuela es la que parece la más permisiva, en  realidad es el abuelo el que les consiente más. 
 
 Desde la ONG, avisan de que no se puede ejercer de abuelo educador sin  haber «creado un vínculo para seguir la línea de los padres. Puede crear  tensiones en la pareja, debido a los cuidados excesivos de los abuelos.  Como cuando se dice aquello de "¡es que le deja hacer lo que le da la  gana!». Afortunadamente, la encuesta revela otros beneficios. El 24%  reconoce que aprende valores como ser bueno, compartir, respetar, ser  responsable, etc.; el 21% descubre costumbres, tradiciones e historias  familiares, y el 20,3% se acerca a la religión gracias a ellos. 
 «Los abuelos son los colaboradores en la tierra de los ángeles de la  guarda», sentencia Castells, que lamenta que «la sociedad los tenga  marginados, arrinconados en un asilo o en un hospital». Para el doctor  es «espantoso» que «no se contemple la muerte como la continuación de la  vida», y «muy triste que los mayores se vayan de este mundo sin estar  cogidos de la mano». ¿Y qué ocurre si un niño crece sin sus abuelos?  «Verá que después de sus padres no hay nada, que su árbol genealógico  está amputado». Especialmente triste es el caso de los abuelos que, tras  separarse los padres, quedan apartados del niño. El doctor aventura:  «Lo normal es que esos niños, de mayores, aparten a su vez a sus  padres». 
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